En Jerusalén, tras las intensas celebraciones de la Semana Santa, en la Basílica del Santo Sepulcro, es el día de la Misa de Pascua, el Domingo de Resurrección. "¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!" El anuncio de la vigilia de Pascua todavía resuena con fuerza el domingo. La misa del día de Pascua fue presidida por Mons. Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, quien en su homilía invitó a los presentes a anunciar a todos la nueva alegría que hoy irrumpe en el mundo, una alegría que no puede quedarse encerrada en este lugar, sino que desde aquí debe llegar hoy a todos, en todos los rincones de la tierra. El Patriarca nos invitó a reflexionar sobre las situaciones de muerte que nos rodean: “Basta mirar a nuestro alrededor -dijo- y encontramos motivos para preocuparnos y sentirnos abrumados por la muerte, las guerras, las pandemias, sus victorias y sus aguijones”. Pero -añadió- "desde aquí, desde Jerusalén, frente a este Sepulcro vacío, anunciamos a esta Iglesia y al mundo entero la verdadera paz que ha brotado de aquí". Una paz que solo Cristo puede dar: "Solo el encuentro con Cristo Resucitado puede darnos la verdadera resurrección, la vida plena, que nos hace permanecer en el mundo con la pasión y la fuerza de los libres y redimidos". Al término de la celebración, la alegría de la Pascua fue anunciada con la proclamación del Evangelio de la Resurrección desde cuatro puntos diferentes alrededor del santuario del Santo Sepulcro, correspondientes a los puntos cardinales: un gesto simbólico de cómo el anuncio de la Resurrección desde Jerusalén llega a todos los rincones de la tierra. Después de la proclamación del Evangelio de la Resurrección en el interior de la Basílica, la fiesta continúa en las calles de la ciudad vieja de Jerusalén, con el antiguo y siempre nuevo anuncio: "¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!"