"Cristo ha resucitado" "¡Realmente ha resucitado!" Con las primeras chispas del Fuego Sagrado, los gritos de los fieles ortodoxos dentro de la Basílica del Santo Sepulcro anuncian la Resurrección del Señor. Que aquí —como sucedió con los católicos la semana anterior— se anuncia el sábado. Un año más los fieles que siguen el calendario juliano celebraron el Triduo y la Pascua una semana después que los católicos. El Jueves Santo participaron en el rito del lavatorio de pies en la plaza de la Basílica del Santo Sepulcro. El Viernes Santo, después de haber recorrido la Vía Dolorosa para el Viacrucis, se reunieron para participar en la evocadora ceremonia del funeral de Cristo. Un paño cubierto de pétalos rojos simbolizando a Cristo muerto en la cruz fue llevado en procesión desde el Calvario, pasando por la piedra de la unción, hasta el Sepulcro. Todos permanecieron en oración hasta que se cerró la puerta del Sepulcro. Desde la madrugada del sábado, la multitud de fieles se dirige hacia la Basílica del Santo Sepulcro. El momento más esperado de cada año es la ceremonia del Fuego Sagrado, que da inicio a las celebraciones de Semana Santa. Según la tradición ortodoxa, la llama se autogenera de forma milagrosa, por voluntad divina, justo sobre la piedra del sepulcro que custodiaba el cuerpo de Jesús. Los patriarcas de las Iglesias ortodoxas dan tres vueltas alrededor del Edículo de la Anástasis. Entra el patriarca ortodoxo griego con el patriarca armenio, único testigo, que permanece en la antesala. Las luces de la Basílica se apagan y Teófilo III invoca la señal de la Resurrección del Cielo. Pasan pocos minutos. El Fuego Sagrado se ha encendido un año más y hace estallar la alegría. El patriarca sale con racimos de velas encendidas. La luz se esparce rápidamente en la Basílica, llega a las calles y casas de Jerusalén, y más allá aún, a todas las Iglesias ortodoxas, que esperan su llegada para poder celebrar la vigilia pascual.