Cada año, según la tradición, la Iglesia de Jerusalén está de fiesta. La solemnidad de San Pedro y San Pablo, considerados los primeros pilares de la cristiandad, se celebró junto a los frailes de la Custodia de Tierra Santa, pero en particular hubo regocijo por la ordenación de cuatro nuevos sacerdotes. Dos santos importantes: San Pedro, la roca sobre la que Jesús edificó su iglesia y San Pablo que, con sus viajes y escritos, es el apóstol de los gentiles San Pablo dice que la fe, que es ciertamente una relación y un encuentro personal con Cristo, una opción que ha cambiado nuestra vida, debe, sin embargo, enfrentarse también al rechazo, la oposición y la incomprensión. Mons. Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, lo recordó durante la homilía de la misa solemne que presidió. El Apóstol –prosiguió el patriarca– nos recuerda que la vida cristiana es y sigue siendo una propuesta, siempre cordial y serena, pero que al mismo tiempo exige también firmeza y claridad, consigo mismo, en primer lugar, en la propia vida interior, y luego también en testimoniar a otros. Mons. PIERBATTISTA PIZZABALLA Patriarca latino de Jerusalén San Pablo dice muy claramente que el buen combate no es usar las armas (usa esta expresión) sino que son las armas de la luz y de la justicia. Con nuestro testimonio de amor a Cristo que ha redimido al mundo, sin miedo pero también con la claridad que todo cristiano debe tener, estamos llamados a dar nuestro hermoso testimonio de fe. Una etapa importante y fundamental para los cuatro nuevos sacerdotes, todos de origen africano, "llamados a ser hermanos, compañeros de viaje, amigos, padres, maestros". Al inicio de la celebración, Fr. Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, declaró que los consideraba dignos de acceder al segundo grado del sacramento del orden sacerdotal. Fr. FRANCESCO PATTON, ofm Custodio de Tierra Santa Las nuevas vocaciones son siempre una buena señal de que la Iglesia está viva. Vivirán su servicio como sacerdotes franciscanos de manera particular porque podrán ayudar a las personas precisamente por la experiencia que han tenido, a amar cada vez más la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo. Serán también ellos los que en los próximos años invitarán a este gran continente que es África, continente donde la Iglesia crece, a amar Tierra Santa y venir aquí en peregrinación y renovar su fe, aquí en la fuente. Son un gran signo de esperanza y de futuro. Al final de la Santa Misa Fr. Jean Kogba agradeció a todos los que participaron en la celebración, así como a los que han contribuido al camino formativo, personal y espiritual. Estos hermanos llevan consigo un gran honor: la memoria de esta tierra y la posibilidad de darla a conocer, después de años de servicio en los lugares de Cristo. Fr. JEAN KOGBA MOGODA, ofm Fundación Nuestra Señora de África Mi país estará feliz de tener un sacerdote que venga de Jerusalén. Esta es una inmensa alegría que debo llevar a mi país: he caminado siguiendo los pasos de Jesús, en su país, en su tierra y ahora vuelvo con mis padres: todos estarán felices, alegres, asombrados y me ayudarán a seguir adelante. Fr. AMOSE DANIEL MWALE, ofm Provincia de San Francisco en África Algo con lo que soñé hace muchos años, desde que era pequeño. Hoy realmente ha sucedido. Llevaré Tierra Santa conmigo dondequiera que vaya en mis futuras misiones. Esto es una bendicion.