CARLO GIUSEPPE ADESSO Diócesis de San Marino-Montefeltro - profesor de Historia de la Iglesia Bienvenidos, queridos hermanos y hermanas, a esta hermosa y enorme plaza que nos da la bienvenida a la ciudad de Belén. Esta plaza es el corazón de Belén, un lugar muy querido por todos nosotros, un lugar que ya en su nombre, Belén, contiene todo lo que visitaremos y diremos de este especial. Belén es una palabra que puede tener tres interpretaciones diferentes según su etimología. Hay una etimología, una explicación que yo llamo arcaica, de una antigua divinidad cananea, anterior por tanto a la historia de Israel, que significa casa de batalla. Y si lo piensas bien, aquí se libró la gran batalla entre las tinieblas y la luz, como dice el evangelista Juan. Hay una segunda etimología, la más famosa del hebreo, Belén, que significa casa del pan, y aquí San Jerónimo, a quien conoceremos y encontraremos durante nuestro viaje, saludó a Belén con estas palabras: "Ave Belén, ciudad del pan, donde nació el que es el pan del cielo." Pero también hay una tercera etimología, que me gusta mucho, del árabe. Belén significa casa de la carne. Y esto también es muy hermoso, si se piensa bien, porque aquí el Verbo de Dios tomó nuestra carne mortal, nació de la Virgen María y compartió nuestra condición humana en todo, menos en el pecado. Esta gran plaza nos introduce en la basílica con el portal más pequeño del mundo. Detrás de mí se puede ver la puerta más pequeña, un agujero de sólo 130 centímetros de alto. Generalmente se la llama la puerta de la humildad. Ciertamente se puede hacer una lectura espiritual de esta puerta, pero en verdad esa puerta, tan pequeña, habla también de toda la historia, de todas las dificultades que este lugar y esa puerta, tan pequeña, atestiguan. Para entrar a la basílica debes inclinarte y nosotros nos inclinaremos para emprender este largo viaje, para descubrir no solo los lugares sino sobre todo la procesión diaria que se realiza dentro de los lugares santos que vieron el nacimiento de Cristo, la adoración de los magos, la natividad, etc. La fachada de esta basílica es como un pergamino, un pergamino que habla. En la parte superior se ve el gigantesco portal que nos introducía en la antigua basílica, construida por Santa Elena entre el 326 y l 333 y luego ampliada por el emperador Justiniano dos siglos después. Bajando se ve un segundo portal, lo reconocemos fácilmente por esta especie de arco apuntado, ese es el portal de la basílica cruzada, también en memoria de los reyes cruzados de Jerusalén, por ejemplo Balduino I y Balduino II, que en esta basílica en los albores del siglo XII fueron coronados, aquí, no en Jerusalén, por respeto al rey de reyes, nuestro Señor que había muerto en Jerusalén. Y luego bajando se ve lo que yo llamo la "puerta franciscana", la puerta de la humildad, esta abertura de 130 centímetros, escuchamos hablar de ella a finales del siglo XVI y evidentemente no por razones espirituales, esta entrada fue bajada, sino porque en aquella época, con la conquista otomana, existía el riesgo de que los musulmanes entraran en la iglesia con bestias de carga... Y los franciscanos, para evitar la profanación de la iglesia, bajaron la entrada al máximo. Obviamente también hay un perfil espiritual, la humildad que se necesita para acercarnos al misterio del nacimiento de Cristo y ahora con mucha humildad y alegría entramos a descubrir algo de este gran misterio. Próximo capítulo: “La importancia de Belén para la Iglesia Universal”. Read More