Chipre I- Historia de la presencia franciscana en la isla

2024-07-29 10:27:54
Nos dirigimos a la isla de Chipre, donde visitaremos una de las casas de la Custodia de Tierra Santa. Situada a unos 420 kilómetros de Israel, en una posición geográfica estratégica, Chipre ha sido durante siglos el último puesto de avanzada de los antiguos barcos que transportaban hombres y mercancías desde Europa a Oriente Medio. Una tierra disputada desde siempre por las poblaciones asentadas en las cercanas costas de Grecia y Turquía, pero también entre los venecianos y los franceses, grandes gobernantes de las antiguas rutas comerciales. En este primer episodio vamos a descubrir cómo y por qué comenzó la historia de la presencia franciscana en esta tierra. Fr. NARCISO KLIMAS, ofm Profesor de Historia de la Iglesia y de la Custodia de Tierra Santa La pregunta es siempre la misma: ¿San Francisco se detuvo en Chipre? Probablemente sí, porque los barcos procedentes de Europa estaban obligados a repostar. Es posible que se detuviera en ese momento en el puerto de Limassol. Fray Narciso nos explica que los primeros documentos que atestiguan la presencia de frailes en Chipre se remontan al año 1226, cuando aún vivía San Francisco. Fr. NARCISO KLIMAS, ofm Profesor de Historia de la Iglesia y de la Custodia de Tierra Santa Sin embargo, la isla de Chipre adquirió aún más importancia tras la derrota de los cruzados en Tierra Santa en 1291, porque el provincial de Acre se trasladó a Nicosia, en Chipre. Es allí donde contamos con la presencia de cuatro conventos en los que residen los frailes, tanto en Nicosia, Famagusta como en Limassol y Pafos y también un convento, en una localidad cercana a Nicosia llamada Belloloco. Un lugar que era un monasterio espléndido, fue entregado precisamente por su grandeza, por su belleza, a los cistercienses, porque alguien juzgó que no era digno, por ser demasiado lujoso, para los propios frailes. Cuando los cistercienses se vieron obligados a abandonar la isla, el monasterio volvió a los franciscanos, quienes decidieron utilizarlo como residencia del provincial. Fr. NARCISO KLIMAS, ofm Profesor de Historia de la Iglesia y de la Custodia de Tierra Santa Disponemos de un bello testimonio del año 1328 que narra la decisión del provincial de Chipre de enviar cada año dos frailes a visitar Tierra Santa y consigue obtener el permiso del papa, que era la única autoridad religiosa que podía concederlo. Podemos hablar, por tanto, de una presencia de frailes en Tierra Santa que fue interrumpida por la guerra, pero también ininterrumpida porque pudieron regresar para la visita. Spk1 00.19 Hacia 1420, cuando los frailes finalmente lograron establecerse nuevamente en Tierra Santa, lamentablemente los mamelucos atacaron Chipre con numerosas y devastadoras incursiones. Fueron por tanto los conventos de la isla los que vivieron una situación difícil y se inició para ellos un período de decadencia. Sin embargo, la presencia de los frailes, aunque reducida, nunca cesó, como sabemos por fuentes indirectas conservadas en el archivo, como una carta de un noble veneciano que, en 1517, pedía la posibilidad de ofrecer ayuda material para garantizar a los frailes un lugar donde poder vivir. Fr. NARCISO KLIMAS, ofm Profesor de Historia de la Iglesia y de la Custodia de Tierra Santa Hubo que esperar varios años para que se documentara nuevamente la presencia de frailes en Chipre. De hecho, tenemos un testimonio en 1593, esta vez la presencia y el regreso de los frailes a Larnaca y también algunos documentos de 1618, documentos parroquiales que ya hablan de las actividades de los frailes, también en términos de atención pastoral en la isla de Chipre. Así tenemos esta confirmación de que los frailes regresaron a finales del siglo XVI y principios del XVII a la isla de Chipre. Tras el establecimiento de la Congregación de Propaganda Fide, en 1622, se nombró un nuevo obispo residente a quien se le confió la jurisdicción de la isla. Estamos en 1629. Su llegada cambió el equilibrio y las estructuras locales y la autonomía de los frailes también quedó limitada. Esto, en un primer momento, dio lugar a frecuentes controversias. La influencia del poder político francés provocó diversos problemas y obstáculos a la actividad pastoral de los frailes. Las frecuentes diatribas que surgieron convencieron a la Santa Sede para intervenir y en 1684 el papa prefirió confiar la jurisdicción administrativo-religiosa en Oriente Medio a la responsabilidad exclusiva del custodio franciscano. Fr. NARCISO KLIMAS, ofm Profesor de Historia de la Iglesia y de la Custodia de Tierra Santa A partir de ese momento los documentos atestiguan que los frailes estuvieron permanentemente involucrados en la educación, la formación, pero sobre todo en la pastoral de toda la zona. Tanto es así que, cuando los turcos ocuparon la isla y muchos cristianos se convirtieron al islam por motivos económicos, los frailes trabajaron para devolverles la unidad a la Iglesia. Un fenómeno de reintegración que en muchos casos fue eficaz y rastreable en los registros parroquiales porque, debido a la influencia de la lengua turca, estas personas fueron inscritas con nombres en clave, como "Lino Bombacci". La isla ha sufrido muchas transformaciones y, a pesar de los frecuentes enfrentamientos entre las poblaciones locales, los frailes se han mantenido fieles a su misión. Incluso después de 1974, tras el conflicto entre turcos y griegos que llevó a la división del territorio, su presencia perseverante y valiente ha garantizado el servicio religioso y pastoral a los cristianos. Esto es lo que veremos en el próximo episodio visitando los lugares franciscanos de la isla.
A cada paso, a cada latido: San Nicolás, peregrino
A cada paso, a cada latido: San Nicolás, peregrino

San Nicolás Peregrino es un niño griego nacido en 1075, que conoció a Jesús con ocho años y al verlo recibió de él la oración de su corazón. Fue venerado como santo por los católicos y permaneció así durante aproximadamente nueve siglos. En 2023, los griegos ortodoxos de Italia lo incluyeron en su calendario litúrgico. Un santo verdaderamente ecuménico, que tiene tanto que decir a los peregrinos que hoy llegan a Jerusalén. Su vida está escrita en el libro de Mons. Natale Albino, diplomático de la Santa Sede.