Desde Belén, ciudad que vio nacer a Jesucristo, la Fundación Juan Pablo II, en colaboración con la Fundación Acción Católica, organizó el 1 de noviembre una velada espiritual, con el canto del coro "La voz de los ángeles".

En una sincera reflexión sobre uno de los períodos más difíciles de la historia moderna, el cardenal Pierbattista Pizzaballa expresa su profunda preocupación por los daños causados por el conflicto en curso en la Franja de Gaza, Cisjordania y en toda Tierra Santa. Sin embargo, Pizzaballa insiste en la necesidad de mantener viva la esperanza, no con la ilusión de una resolución inminente del conflicto, sino a través de la resiliencia de quienes se comprometen a reconstruir las almas y restablecer los vínculos entre los miembros de la sociedad. No sólo en la reconstrucción material, sino en la restauración de la humanidad misma. Enfatiza que la esperanza es una elección, una actitud de vida adoptada por quienes están decididos a servir a los demás. Él cree que existe verdadera esperanza cuando las personas continúan sacrificándose y haciendo voluntariado.

En un día impregnado de esperanza y de luz, a pesar de las difíciles condiciones humanitarias impuestas por la grave guerra en Gaza, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, presidió una misa solemne en el santuario de Deir Rafat el día 26 octubre. La celebración, en honor a la fiesta de la Virgen María, Nuestra Señora Reina de Palestina, invocando su intercesión. Esta celebración trajo consigo un mensaje de constancia y súplica, ofreciendo un rayo de esperanza ante la dolorosa realidad que aflige a Tierra Santa. Los obstáculos políticos y las restricciones de seguridad han impedido que muchos cristianos participen en la Santa Misa, que esperaban como alimento espiritual para sus almas.

Tras los bombardeos en el sur del Líbano, la comunidad franciscana del convento de San Antonio se ha desplazado a Beirut para ponerse al servicio del pueblo.