El órgano rompe el silencia de la basílica, junto al sonido de las campanas, y estalla la alegría de la resurrección. Es Pascua en Jerusalén. Cristo resucita aquí y ahora. Hoy, como hace veinte siglos. La gran vigilia pascual, madre de todas las vigilias, reza la liturgia, se desarrolla el sábado por la mañana en el Santo Sepulcro. Este año incluso de madrugada, con los primeros rayos de sol que penetran en la edícula, por la coincidencia con la Pascua Ortodoxa, cuyos ritos se celebran en la misma basílica. La luz del cirio pascual se toma directamente del Sepulcro. El diácono se la da al patriarca latino Monseñor Fouad Twal, que preside la celebración. Después, de esta llama se encienden las lámparas ante la edícula y las velas de los fieles. Después de la larga serie de lecturas de la Vigilia Pascual, el mismo patriarca lee el Evangelio de la Resurrección, ante la puerta de la edícula que conserva la tumba vacía. En el relato según San Mateo, son las mujeres las primeras que reciben el anuncio de la resurrección. “Este es el lugar más importante para la Iglesia: donde la Iglesia nación, y con la presencia de las mujeres la palabra se difundió. Y todavía hoy, la primera persona que dicen que lo vio es María Magdalena, y estoy contenta por ello.” “Hay un mensaje, de algún modo: no está aquí, ha resucitado. Jerusalén nos llama continuamente a ir más allá de nosotros mismos, a llevar este mensaje que es el corazón del Evangelio, que es el mundo entero.” En la liturgia bautismal, con la bendición del agua y la aspersión de los fieles, hay un signo de esperanza también para Tierra Santa. S. B. Mons. FOUAD TWAL Patriarca latino de Jerusalén “El mío es un deseo de paz: para la Iglesia local, para todos los habitantes de Tierra Santa, paz para todos. Y espero que la Iglesia universal se siente un poco con nosotros corresponsales de esta paz, de esta comunidad cristiana, de esta alegría.”