Con la celebración del Miércoles de Ceniza comienza un nuevo camino para la Iglesia. La Cuaresma es el período de 40 días en el que los cristianos se preparan para la Pascua. En este tiempo de gracia, los fieles están invitados a hacer una comparación especial entre su vida y el Evangelio. En Jerusalén, en la Basílica del Santo Sepulcro, la misa fue presidida por Fr. Jakobus Maria. Hizo además un llamamiento a los fieles: “Aprovechemos la Cuaresma para arrepentirnos —dijo— Miremos nuestra vida. ¿Qué necesito mejorar? ¿Qué está bien? ¿Adónde voy? ¿Cuál es el objetivo de mi vida? Jesús quiere que aprovechemos este tiempo para liberarnos de las cosas inútiles que nos separan de Dios y del prójimo”. Tras dos años de restricciones a causa de la pandemia, hoy el Santo Sepulcro puede volver a acoger a los numerosos fieles que han venido para el inicio de la Cuaresma. La tumba vacía da testimonio de que incluso en tiempos difíciles, la esperanza se mantiene viva en los corazones de los que creen. Fr. SALVADOR ROSAS FLORES, ofm Presidente Convento Santo Sepulcro "Es verdaderamente una alegría que el Señor nos está concediendo a través de la presencia de nuestros peregrinos. Hoy es un momento de alegría y también de esperanza: la oración de ver tiempos mejores se está realizando". Fr. SALVADOR ROSAS FLORES, ofm Presidente Convento Santo Sepulcro "Desde este Lugar Santo el mensaje es el mismo: esperanza, luz, victoria, Resurrección. Saber que Dios está vivo y en medio de nosotros y nos acompaña, apoya y sobre todo acoger siempre su don". Del latín al árabe: en una tierra de muchos pueblos, continuamos por la ciudad vieja de Jerusalén, camino del Patriarcado Latino de Jerusalén. La Eucaristía une a los creyentes en una liturgia que marca un camino de reconciliación y conversión. Mons. PIERBATTISTA PIZZABALLA Patriarca latino de Jerusalén "La caridad nos recuerda que el centro no somos nosotros, sino siempre el otro. Debemos abrir los ojos y ver a los necesitados, que son innumerables. Pensemos en las guerras, en los pobres, en las familias necesitadas. No hace falta hacer grandes cosas, sino gestos de atención que nos ayuden a recordar que no somos los únicos que sufrimos, sino que hay otras personas y que la caridad es la primera consecuencia del encuentro con el Señor". Desde la Tierra del Quinto Evangelio se eleva al cielo una oración. En ambas homilías hubo un llamamiento a la conversión. El salmo rezado hoy invita a los fieles a retomar su vida: "Crea en mí un corazón puro, renueva en mí un espíritu firme" (Sal 50, 12). Una invitación a una vida entregada a lo esencial, a Aquel que ha Resucitado y ha dejado la tumba vacía.