Mons. JAMAL KHADER Vicario patriarcal latino para Jordania Hemos tenido la alegría de celebrar la fiesta del profeta Moisés aquí en el Monte Nebo. Es una ocasión muy hermosa para celebrar en el mismo lugar donde vino. Su presencia aquí fue una bendición para este lugar, santificó esta Tierra Santa. Es una alegría celebrar esta fiesta que forma parte de nuestra historia: la historia de la salvación pero también de nuestro país, Jordania. El profeta Moisés y el monte Nebo están unidos tanto en la historia como en la religión. De hecho, desde aquí admiraba la Tierra Prometida. Según la tradición, después de haber conducido al pueblo de Israel a través del desierto, Moisés contempla la Tierra Prometida, la admira, pero sin poder entrar en ella, porque la tiene vedada por Dios, y muere aquí. Lugar santo, símbolo de la Biblia, el monte Nebo se convierte en destino de peregrinación. Y son muchos los peregrinos, religiosos, laicos y fieles locales que se reunieron el viernes 1 de septiembre en torno a los franciscanos para celebrar la solemnidad del profeta Moisés. Un día de celebración pero también de acción de gracias para la comunidad franciscana custodia de este santuario. Mons. JAMAL KHADER Vicario patriarcal latino para Jordania Moisés fue un Profeta, vio más allá. Cuando vio la tierra prometida frente a él, no solo vio la tierra sino que vio todas las promesas de Dios, pero no pudo ir a la tierra prometida. El cumplimiento de las promesas se realizó en Jesucristo. Es él quien nos conduce siempre a la tierra prometida, al Reino de Dios, es nuestro guía.