4 minutos con María y San Francisco

2021-05-17 11:16:54
No todos saben que María es la santa patrona de la orden franciscana. Pero ¿por qué esta importancia de la Virgen para la orden? Lo descubriremos a través de una selección de objetos procedentes de colecciones de la Custodia de Tierra Santa y que se expondrán en la futura sección histórica del Terra Santa Museum. El museo, que tendrá su sede en el convento de San Salvador de Jerusalén, será el lugar donde descubrir la historia de los franciscanos en Tierra Santa y su devoción hacia la Madre de Dios. Nos acompañarán en esta reflexión el Padre Stéphane Milovitch, director del Departamento de Bienes Culturales de la Custodia, y el Padre Alessandro Coniglio, profesor del Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén. Fr. STÉPHANE MILOVITCH, ofm Director Departamento de Bienes Culturales – Custodia de Tierra Santa "Nos encontramos en la sacristía del Convento de San Salvador de Jerusalén. Hoy nuestra reflexión parte de esta prenda litúrgica, una casulla de fabricación francesa, realizada en la segunda mitad del siglo XVII. Esta casulla forma parte de un conjunto de ornamentos litúrgicos que incluye una estola, un manípulo y un purificador. La casulla cuenta con un tondo bordado con la figura de María, representada como Inmaculada. El tondo está rodeado por un conjunto de flores, donde destaca el color rojo, en referencia al sacrificio de Cristo y, al mismo tiempo, símbolo de la resurrección y de la salvación. La imagen de la Inmaculada manifiesta la devoción mariana tanto de los franciscanos como de los franceses. Luis XIII, de hecho, eligió a la Virgen como protectora de Francia en 1638." Fr. ALESSANDRO CONIGLIO, ofm Profesor Studium Biblicum Franciscanum - Jerusalén "Son bien conocidas la devoción de la orden franciscana por la Inmaculada y su promoción en la promulgación del dogma mariano. Desde las reflexiones teológicas del beato Juan Duns Scoto, hasta la Milicia de la Inmaculada fundada en 1917 por San Maxilimiano Kolbe, los hijos de San Francisco siempre se han distinguido por el amor a la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Así es que la nombraron, bajo este título, patrona principal de los frailes. En los escritos de San Francisco no encontramos nunca la expresión Inmaculada referida a María Santísima, pero en una de sus plegarias, al saludar a la Virgen María, el Santo de Asís se dirige a ella diciéndole: “tú en la que toda plenitud estaba y des de gracia y de todo bien” (FF 259). Con estas expresiones San Francisco asume lo esencial del misterio de la Inmaculada: Atribuyendo a María la plenitud de todo bien, de hecho, Francisco considera a la Virgen colmada de Dios mismo de manera única. De hecho, en cada hora canónica, en una oración compuesta por él mismo, a San Francisco le gustaba llamar a Dios “el bien”, “todo bien, sumo bien, todo el bien, que solo eres bueno” (FF 265) o, como el santo escribió en su carta a Fray León: “Tú eres el bien, todo bien, el sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero” (FF 261). María, de alguna manera participa de esta bondad absoluta de Dios, porque nunca fue tocada por la sombra del pecado y del mal. Desde su inmaculada concepción, María ha sido espejo clarísimo de la pureza y de la bondad de Dios, a salvo del contagio de la culpa ante los méritos de Cristo Redentor. Pero si ser concebido sin pecado original es un privilegio de María, así todo cristiano, renacido un día de las fuentes bautismales y purificado de toda mancha de pecado, la conocido la misma gracia y la misma situación de inmaculada, como nos recuerda San Pablo: “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor” (Ef 1,4); con la ayuda de María, todo bautizado puede perseverar en este estado de elección, hasta compartir el mismo tipo de gloria con la Virgen en el cielo."
A cada paso, a cada latido: San Nicolás, peregrino
A cada paso, a cada latido: San Nicolás, peregrino

San Nicolás Peregrino es un niño griego nacido en 1075, que conoció a Jesús con ocho años y al verlo recibió de él la oración de su corazón. Fue venerado como santo por los católicos y permaneció así durante aproximadamente nueve siglos. En 2023, los griegos ortodoxos de Italia lo incluyeron en su calendario litúrgico. Un santo verdaderamente ecuménico, que tiene tanto que decir a los peregrinos que hoy llegan a Jerusalén. Su vida está escrita en el libro de Mons. Natale Albino, diplomático de la Santa Sede.